viernes, 21 de septiembre de 2012

Zapateo sudamericano


Delante de Rosita camina el andador. Lo sacude, lo zarandea de un lado a otro frenéticamente, y él se la banca.
-Es mi primera salida. Bah, la segunda –dice, con una sonrisa que no grafica tres huesos quebrados tras un paso en falso para bajar una escalera.
La llamé para preguntarle si los jardines de infantes para los que había juntado juguetes el día del niño, en Pelthom Bar, andaban necesitados de algo más. Y aunque el micrófono de mi celular me viene jugando malas pasadas (sobre todo cuando estoy en el tren y sólo vuelve a funcionar para que mi interlocutor escuche el “la puta que lo parió”), hice bien.
Al Jardín 902, creado hace 28 años con el viejo Plan Sarmiento, asisten 440 niños que lo convierten en el segundo más populoso de José C. Paz. No sólo van los que viven alrededor, en el barrio San Fernando, de Vucetich. Chicos de San Atilio, en el límite con Derqui, llegan hasta el 902, por ser el más cercano en la laboriosa avenida Croacia.
Aunque ofrece desayuno o merienda según el turno, sólo tiene cupo y recibe dinero para darle el almuerzo a 280 chicos. Con la comida que obtiene para los 280 (cada vez menos carne, cada vez más fideos o arroz que tratan de enriquecer con acuerdos y solidaridad de los proveedores), comen los 440. Lo hacen en las aulas, como medida para controlar que los duendes se alimenten y no guarden la comida en tapers, sí, tapers, bien en criollo, recipientes que los padres les dan para que guarden algo para sus hermanitos.
-Nunca me voy a olvidar de un chiquito que decía que era culpable –recuerda Rosita, quien casi fue una de las maestras fundadoras y es recordada hasta por las baldosas. Y durante el relato, su sonrisa se desdibuja, aunque sus ojos color de océano brillan con mayor intensidad. –Decía que tenía la culpa porque al hermano, cuando se lo llevaron preso, él no alcanzó a avisarle que la policía estaba en la puerta. Cinco años, tenía.
Ella y las actuales docentes del Jardín 902 no son maestras. Son magas. No comparten por Facebook imágenes conmovedoras de la pobreza o páginas de protestas alicaídas. Ellas meten a diario las patitas en el barro y, cuando Alvarito y José Luis, dos hijos de familia cartonera, van a la escuela con zapatillas rotas o talle 42, juntan guita, se meten en sus hogares, mueven el culo, putean al viento.

-Hay chicos que dejan de venir, o no vienen los días de lluvia. Cuando vos empezás a indagar entre los padres, descubrís que les da vergüenza contar que no los mandan porque no tienen calzado. A veces no tienen medias, a veces los zapatos de los padres les chancletean, son más grandes que sus piernitas –relata Débora, directora desde hace un año.

Así es que el domingo 30 de septiembre, en el próximo evento de Tu Tiempo es Hoy, el primero que va a contar con una obra de teatro (la de los Súper Pipiolos, la que nos va a hacer descostillar cual Adán, pero no de la Biblia, sino de la risa), además de las actuaciones de las bandazas Mandarina Herer y NuestroCrimen, vamos a juntar calzado en EQ (Sobre Avenida Perón, a metros de la ruta 197, en José C. Paz). Calzado y medias.
¿Es fácil conseguir zapatillas para chicos? ¿Busco en casa? ¿Compro si no tengo? ¿Cuánto calza un nene de Jardín? No sabría decirte. Pero los vi corriendo y eran chiquitos, eh. Yo los vi entrando a buscar el cuaderno a lunares a la Dirección. Los vi sonriendo, titilando como luciérnagas, jugando con pelotas en las que va el sueño de varios, preparándose para ser hombres mujeres que llevarán a sus hijos al Jardín 902 y sudarán para que tengan algo en los pies. O no. Depende del ejemplo de sus maestras, las heroínas. Y de ustedes y nosotros, los soñadores.

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